FAQ
¿Te surgen preguntas sobre nuestra vida? Aquí puedes encontrar algunas respuestas.
¿Qué es la «vida contemplativa»?
Así como hay religiosas de «vida activa», que tienen algún tipo de apostolado, es decir, alguna obra o tarea externa orientada al bien de la sociedad (son "las monjas del cole", "las monjas de la residencia"...); las hermanas de «vida contemplativa» nos dedicamos exclusivamente a la oración.
Si bien tenemos un obrador en el que hacemos dulces para ganarnos el pan, el trabajo es un simple medio de subsistencia; nuestro fin es la contemplación.
¿Y qué significa «contemplación»?
La contemplación es el estado de permanente búsqueda de Dios. Buscamos a Dios en el día a día, desde que nos levantamos hasta que nos acostamos: frente al Sagrario; en las labores de limpieza; en el trabajo; en el descanso... Pero, sobre todo, en las hermanas y en la humanidad: «Según se nos advierte en la Regla, lo primero para lo que nos hemos congregado en comunidad es para vivir unánimes en casa, teniendo una sola alma y un solo corazón en Dios. Y esta unidad alcanza su plenitud más allá de los límites del monasterio, en comunión con la Orden y con toda la Iglesia (LCM 2. § I).
Intentamos ver la realidad con una mirada contemplativa, con los ojos del Amor; ser transmisoras de esperanza; ser testimonio del Reino de Dios en el mundo.
¿Cómo supisteis que queríais ser monjas?
Cada una tiene una historia particular... Pero todas compartimos algo común: en un momento de nuestras vidas algo cambió: era el Señor, que nos llamaba; y tras un proceso más o menos largo de búsqueda, llena de esperanza, no libre de luchas, miedos y sentimientos muy contradictorios, encontramos el lugar en el que Él nos esperaba: la Orden de Predicadores.
¿Y qué hay que hacer para ser monja?
Lo primero es atender la llamada del Señor y pedir la luz necesaria para llevar a cabo el proceso de discernimiento.
Una vez que se asume la posibilidad de una vocación religiosa, el siguiente paso es buscar una comunidad con la que poder comunicarse para profundizar en la llamada.
Finalmente, solo falta llamar... Acercarse a dicha comunidad, bien en persona o por teléfono, bien por correo electrónico o a través de las redes sociales, para tener una primera toma de contacto.
Recuerda que «todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre» (Mt 7,8) 😉
Y la que llega a entrar... ¿Ya es monja?
¡Nooooo! El camino es largo y está dividido en diversas etapas.
Quien decida establecer un contacto formal con una comunidad religiosa, dará inicio a lo que se llama el aspirantado, una fase de un año que permite mantener una comunicación estrecha con las hermanas y pasar algunos periodos dentro del monasterio para que, poco a poco, se vaya conociendo el estilo de vida.
Si el ambiente gusta y se considera que esa es la vida que la aspirante busca, entonces ha de pedir permiso a la comunidad religiosa para ingresar en el monasterio. Una vez dentro, comienza la etapa del postulantado, que dura un año, a lo largo del cual se mantienen charlas con la Maestra y se reciben clases para aprender el arte de la búsqueda de Dios, mientras va conociendo las tareas propias de la comunidad.
Transcurrido ese año, la postulante toma el hábito y, con su velo blanco, da comienzo al noviciado, que dura dos años. La novicia es introducida progresivamente en los consejos evangélicos de pobreza, castidad y obediencia, así como en la vida fraterna en comunidad y la clausura, elementos todos clave de la Vida Religiosa.
Terminado el tiempo de noviciado, la novicia decide si quiere continuar mediante un compromiso formal: la profesión de los consejos evangélicos. Si así lo desea y la comunidad consiente, se procede a preparar el rito de profesión de votos temporales por tres años. En este momento se cambia el velo blanco por el negro.
La nueva monja sabe ya lo que es ser monja. Ahora tiene tres años por delante para experimentar la dureza y las alegrías de su nuevo estado, plenamente integrada en la comunidad, sin dejar de contar con la ayuda de la Maestra de novicias u otra hermana capacitada para acompañarle en el proceso.
Pasados esos tres años, la profesión se renueva anualmente hasta completar un mínimo de nueve años de formación inicial, desde aquel primer contacto con la que ahora es su comunidad religiosa, y un máximo de doce.
Finalmente, la hermana hará la profesión perpetua. Ya sin tiempo, ya sin metas... «Hasta la muerte».
Todo esto quiere decir que si tienes 18 años cuando contactas con una comunidad religiosa, serás monja con 28-30; y si tienes 53... Puede que celebremos juntas tu jubilación 😄
¿Hay límites de edad para ser monja?
Es necesario tener cumplidos los 18 años.
De edad máxima no se dice nada... Mientras no estés casada, todo bien.
¿Cuál es vuestro horario?
Nos levantamos a las 6:30 h. para acudir a la capilla a las 7:00. De 7 a 8 es un tiempo de oración personal comunitaria, es decir, estamos todas allí en silencio, cada una en su oración, pero juntas, porque la vida común es algo fundamental en esta Orden. A las 8 empezamos la Liturgia de las Horas con el canto de Laudes, que unimos a la celebración de la Eucaristía; y a continuación cantamos Tercia.
Cuando terminamos, vamos al refectorio (comedor) a desayunar; esto es sobre las 9. Después hay un tiempo que cada una aprovecha, en primer lugar, para arreglar su celda (hacer la cama, poner orden...); y en seguida se va a hacer su oficio (por ejemplo, una limpia el refectorio y lo prepara para la comida, otra arregla la sacristía...) o a limpiar o a lo que surja...
A las 10:30 h. empieza el trabajo en el obrador, al que acudimos todas, excepto la que se encargue de hacer la comida; la cocina nos la turnamos a razón de dos días por hermana. En el obrador trabajamos juntas en los dulces, desde hacerlos hasta empaquetarlos y etiquetarlos. Lo normal es que el trabajo termine sobre las 12:30 h., según las circunstancias; pero en la época de la Campaña de Navidad alargamos la jornada hasta las 13:15 h. como mucho, y trabajamos también por la tarde.
A las 13:30 h. volvemos a la capilla a hacer otro rezo, que se llama Sexta, y en seguida vamos a comer. Después de comer pasamos a la sala de labor para tener el recreo, momento en el que compartimos nuestras experiencias, nuestra vida.
A las 16 h. vamos a la capilla a rezar el Oficio de lecturas y Nona, que, como Tercia y Sexta, apenas dura cinco minutos. Terminamos, por tanto, una media hora después, según se alargue el Oficio.
Entonces, sobre las 16:30 h., empieza la tarde, que se dedica al estudio. Recibimos clases a nivel comunitario y tenemos reuniones semanalmente para tratar asuntos de la Orden o de la vida regular. A lo largo de la tarde, si alguna quiere, también puede merendar (excepto los días de ayuno marcados por la Iglesia y la Orden).
Los domingos el horario varía un poquito porque tenemos la Eucaristía a las diez de la mañana y rezamos una parte más del rosario, esta por los difuntos. Pero básicamente el ritmo se mantiene.
Como ves, el horario está organizado según la Liturgia de las Horas, porque se trata de santificar las horas del día.
Entonces... ¡¿Estáis todo el día en silencio?!
Me asusta la clausura... ¿No salís para nada?
Salimos al médico, a arreglar asuntos burocráticos, a comprar (cuando es necesario, pero tiramos mucho de la compra on line), a la farmacia... Y a tirar la basura 😏
No salimos a dar una vuelta por placer, para eso tenemos mucha huerta; tampoco salimos a buscar confesor, porque el confesor viene a vernos; ni vamos al cine, pero vemos películas de vez en cuando; ni a ver a nuestras familias... Ellas vienen aquí.
Ahora bien... Si los padres de una hermana son mayores y no se pueden desplazar, por ejemplo, entonces la hermana en cuestión puede ir a visitarlos. Tenemos permisos de salida según las circunstancias personales de cada una. No todos los casos son iguales, por eso es importante hacer un adecuado discernimiento antes de abandonar la clausura, pues es preciso que exista «una causa justa, es decir, determinada por una verdadera
necesidad» (CO 194), como indica la ley. Siempre para gloria de Dios.
¿Y recibís visitas?
¡Sí! Nuestras familias vienen de vez en cuando a vernos y tenemos la posibilidad de estar con ellas tanto en el locutorio como en el claustro, que forma parte del recorrido del museo.
También vienen amigos y pasan por aquí peregrinos y grupos jóvenes y de oración.
De proveedores, obreros y jardineros mejor no hablamos, pero también los vemos mucho...
¿No os aburrís?
Todo esto, así, leído, puede parecer un rollo... Lo sé: es una vida aparentemente monótona y tan programada que, a primera vista, resulta aburrida. Pero no hay dos días iguales; los días ruedan solos y siempre hay cosas en el aire que nos mantienen despiertas, abiertas a la realidad. Para aburrirse, simplemente, ¡no hay tiempo!
¡No tengas miedo de acercarte a Dios!
Si te quedas con dudas o te surgen otras preguntas, rellena el siguiente formulario y te responderemos tan pronto como nos sea posible.
Mientras estás a la espera de la respuesta, cuenta con nuestra constante oración. El Señor premiará tu paciencia. ¡Todo sea para mayor gloria de Dios!